It’s all gone…
© visualxlo/Matias Alonso Revelli/Bryan Minear
Déjame quererte despacio, contando segundos con besos pero déjame quererte. Déjame tumbarme a tu lado sin tocarte si no quieres, pero déjame estar ahí queriéndote hasta matarme. Déjame que tu amor termine en mi interior y me llene desparramándose en mí por una vez, desperdiciándose por una vez. Te querré despacio, poco a poco para que no huyas. No tienes que temer, el amor a ti no te dolerá vida mía, iré despacio. Eres la luz de mi día y la oscuridad de mi tierna noche. A tu lado no quiero luna que nos observe ni estrellas que te iluminen, no te hacen falta. No te haré daño, pero déjame quererte muy despacio como si los segundos me dolieran, como si la muerte ya llamara a mi puerta a expensas de que me ames.. Ámame sin reparo, amémonos en un parque dándole celos a la luna o entre las olas que nos acompasan, pero ámame y déjame amarte. Déjame amarte hasta mi noche, hasta dejarme vacía, déjame quererte despacio amor que el tiempo, el mundo corren demasiado rápido y a mí nunca se me dieron bien las carreras.
invictaverba (via invictaverba)
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El futuro asusta, pero no puedes vivir en el pasado, es tentador pero es un error.
How I Meet Your Mother. (via un-stopp4ble)
Centaurus A
Estaba loca, loca de remate, y era guapa, guapa de cojones. y conocía a la luna, y bailaba rock&roll frente al espejo, y salía y bebía y no se acordaba de nada al día siguiente. Estaba rota, tanto como un trapo, y era dura, dura de roer, y odiaba a los poetas, y se ponía hasta el culo y lloraba y se corría y no se acordaba de nada al día siguiente. Dormía poco, y tenía las ojeras más preciosas que habían ignorado jamás. Era la princesa de mi cuento, la que follaba con Extremoduro sonando de fondo y se metía de todo, menos mis drogas. Amaba, era capaz de amar, por encima de cualquier boca despeinada, de cualquier trovador de mierda, de cualquier basura literaria que le escribía, era jodidamente perfecta, y su único defecto era yo. Sospecho que venía de otro mundo, por eso de que nadie había logrado entenderla nunca, aunque siempre era la que más gritaba, y que era inmortal por eso de sus infinitas pecas, y que me tenía calado, y que sabía cosas sobre mí que nadie sabrá jamás. Era la chica con la que desearíais pasear el resto de vuestra vida, era la chica diez, y le faltaban un par de veranos; conmigo, digo, y cada vez que me la encontraba por ahí, me decía que no se acordaría de nada al día siguiente, y aún así, me iría a vivir con su olvido, todos los días del resto de mi vida.