I was talking with a friend about fanfics and when I said that when I like an author I write down their username and that sometimes I even write phrases about them SHE CALLED ME CREEPY
Naeve camino de manera sigilosa por los pasillos iluminados por velas, entre sus brazos una pequeña bola de pelos se asomaba aunque sus ojos lastimados no le permitían ver mucho estaba tan agotado que no podía defenderse. Lo último que quería la joven era lastimarlo. Entró a su habitación en silencio esperando que nadie estuviera adentro.
La bolita de pelos hizo un pequeño maullido.
—Shh, prometo limpiarte y curarte, solo espera un poco—susurro Naeve hacia el bollo que cargaba.
—¿Con quién hablas?—una voz hizo que la joven se congelara, su esposo, la persona que menos quería ver en esta situación.
—Estaba hablando sola—respondió Naeve sin darse la vuelta, e intentó distraer al pelinegro—¿Cómo te fue hoy? ¿Hiciste algo interesante?
Kylo se dirigio hacia el sofá de la habitación, los pasos pausados hicieron que quisiera salir corriendo. Estaba segura que si su esposo descubria que había traido un pequeño animalito, sucio y lastimado lo mandaría directo con los curanderos y ella nunca lo volvería a ver.
—Solo estuve entrenando, fue un día muy caluroso y los chicos estaban muy vagos, realmente me agotan cuando toma esa actitud—contó Kylo sacándose las botas—Por cierto, ¿que tienes en los brazos?
Naeve se dio la vuelta y con una sonrisa.
—¿Esto? Es una manta. Justo estaba por mandarla a lavar—explicó mostrando una punta, su habitación era una zona insegura para el gato, por lo que decidió que lo mejor era dejar al minino en el baño de invitados y de paso ir a buscar los elementos necesarios para limpiarlo y curarlo.
—Naeve, ¿que está bajo la manta?
Kylo detuvo a la joven, agarrándola por la muñeca quien bufo.
—¿No puedes al menos fingir que no te das cuenta de algo?
Kylo se paró y cruzó los brazos.
—No, no puedo fingir cuando se que algo está mal y menos si se trata de ti—Naeve frunció el ceño—¿Es un animal? ¿Te ha lastimado?
Kylo intentó tocar el bollo temblando en sus brazos pero Naeve se alejó.
—No hay nada mal conmigo, tampoco estoy lastimada—camino hacia el baño privado y cerró la puerta con su pie, sin embargo el pelinegro ni siquiera dejó que la puerta golpeara e interrumpio en el baño. Apoyo el bollo en el piso y desenvolvio las mantas, el mínino estaba temblando y también sus ojos llorosos lastimados estaban cristalizados. A Naeve se le rompió el corazón.
—Amor, si está lastimado es mejor que lo lleves…
—Kylo, si pretendes que devuelva este gato sin estar antes sano, te recomiendo salir de la habitación antes de que me enoje en serio—por los siguientes minuto solo se escucho el agua que corría en la bañera, los quejido del gatito que con un paño húmedo Naeve intentaba limpiar y los consuelos de la joven.
—Ya, ya. No te preocupes, pequeñín. Te cuidare.
Cuando el baño terminó, la bola de pelos estaba maullando y tratando de subirse a los brazos de la joven, quien no dudó en abrazarlo dándole besitos en la cabecita. El pelaje del animal estaba limpio y las heridas que tenía no eran tan profundas como pensó. Ya era de noche cuando salió del baño, Kylo estaba en el sofá leyendo algunos papeles y levantó la mirada cuando noto la presencia de Naeve. Sin embargo esta ni siquiera le correspondió, y agarró uno de sus pijamas de verano doblandolo y poniéndolo bajo su brazo, justo al pequeño minino quien cuando noto la tela tan exquisita decidió que seria el juguete perfecto para morder.
—Naeve…
—Dormire en la habitación de invitados, si necesitas algo…
—Naeve, no es necesario—habló Kylo dejando los papeles a un lado—El gato… puede dormir aquí.
La joven se detuvo.
—¿En serio?—el pelinegro asintió—Bien…
Sinceramente Kylo pensaba deshacerse del gato apenas estuviera en condiciones de ser adoptado; no quería animales, nunca había tenido deseos de ello. Pero Naeve se veía tan linda cuidando de esa bola de pelos que se arrepintio de sus pensamientos.
Fue asi, como Naeve y Kylo, tuvieron a su primera mascota juntos.
como encuentro gente con la que interactuar, soy nueva y no entiendo nada ayuda
collecting these 🥴
I'm writing a one shot with extrovert Anakin and shy reader 😫💘
✦ PRETTY LIST
★ learning english and french ★ Requests: Open ! (f1 : carlos sainz, franco x lando, seb vettel)
──── ୨ৎ ────
Formula 1
— Sebastian Vettel (SV5)
★ Better Driver
— Charles Leclerc (CL16)
★ Death and Kisses
★ Love in sickness and wins
— Carlos Sainz (CS55)
★ Destino
More ! ═══ Star Wars
Summary: Everyone feels intimidated by your coldness, except Anakin. Who feels enchanted by everything you are.
Tags: Shy! Reader, Jedi! Reader, Reader is actually nice.
You can translate it in AO3
No podías evitar mirarlo, Anakin Skywalker era bastante impresionante para tu criterio. Habiendo terminado la misión que les habían asignado, volvieron a la base con su equipo claramente satisfechos y aliviados. Y aunque tu cara no lo demostraba, tú también lo estabas. La misión fue más simple de lo que habías imaginado, recuperar terreno conquistado por los Separatistas rara vez resultaba ser una tarea fácil; sin embargo, las habilidades de Anakin y su padawan, Ahsoka Tano superaron tus expectativas. Claro que muchos chismeaban sobre las habilidades del Jedi, y también mucho habías escuchado en los pasillos, su trabajo era claro y admirabas su manera espontánea de actuar. Reprimiste el sentimiento de envidia que creció en tu pecho volviendo tu vista al frente en cuanto pusieron un pie en la base. Seguida por tu equipo te paraste al escuchar la voz de uno de los soldados.
“Nosotros iremos por un descanso, ¿está bien?”, el clon principal preguntó haciendo que te des la vuelta.
—Claro, descansen—cediste. Los clones asintieron yéndose. Fue ahí cuando Anakin bajó con su equipo, exclamando que podían ir a descansar. Lo miraste brevemente antes de desviar la mirada—Hiciste un buen trabajo, Skywalker.
Él sonrió, poniendo su mano en su cuello.
—No hace falta ser tan profesional, ¿Vas a descansar?—el pelo del Jedi estaba desordenado, sin embargo seguía viéndose atractivo.
—No, probablemente asista a otra misión—juntando las manos por delante, te sentiste confundida ante las cejas fruncidas del jedi—¿Algo está mal, Skywalker?
—Bueno… No creo que sea bueno haces repetidas misiones sin tiempo de descanso—Anakin contestó ladeando la cabeza, no agregaste nada sintiendo sorpresa por sus palabras, desde que la guerra había comenzado tu descanso era inexistente en tu calendario—Yo tengo un descanso de tres días, ¿porque no me acompaña?
Retrocediste medio paso, con la mandíbula ligeramente suelta se recompuso rápidamente, aceptando sin seguridad en su decisión. En realidad, varios de los maestros se aliviaron al escuchar tu pedido de descanso, parece que ya tenían en mente obligarte a descansar si no reconocias tus límites.
Anakin y tú volvieron al Templo, cada uno volviendo a su habitación; no te habías sentido particularmente cansada, sin embargo cuando apoyaste tu espalda en el colchón pensando que no ibas a poder dormir por el sol entrando en la ventana, caíste dormida inmediatamente.
De tu sueño profundo fuiste despertada por unos golpes en la puerta, te paraste desorientada por la desaparición de la luz y como pasó que dormiste tanto.
—¿t/n?—la voz detrás de la puerta lo empeoró, abriéndola acomodaste tu visión con la poca iluminación que había en el pasillo.
—¿Skywalker? ¿Qué haces aquí? ¿Qué hora es?—frotandote los ojos las preguntas salieron sin parar.
—Tranquila, no pensé que seguías dormida—Anakin se rió—Es tarde, casi medianoche.
Tus ojos se enfocaron en sus expresiones, buscando cualquier signo de que estuviera mintiendo, sin embargo no la encontraste y te costó creer que hubieras dormido doce horas seguidas.
—¿Sucedió algo? ¿Hay una nueva misión en la que me requieran?
Anakin no contestó por un segundo, fijando su mirada en ti, luego se rió despreocupadamente sosteniéndose la frente.
—Vaya que eres una adicta al trabajo—se acercó—No pasó nada, simplemente mi maestro me dijo que no te vio en la cena de hoy así que pensé que ahora tendrías hambre.
Si, si tenías hambre, lo notaste apenas te incorporaste de la cama.
—¿A esta hora?—bajaste la mirada ocultando tu sonrisa—Por algo hay horarios en el templo, Jedi Skywalker. Incluso los padawan saben que si piden comida a medianoche, los cocineros los tirarán por la primera ventana disponible.
Estabas por cerrar la puerta, cuando Anakin te detuvo con sus ojos encontrándose.
—¿Quién dijo que íbamos a comer en el Templo?
Fue asi como terminaste en un restaurante fuera de la parte central de Coruscant, siendo un lugar colorido y bien concurrido a pesar de la hora. No conocías nada del menú, así que dejaste que Anakin eligiera por ti, el lugar era desconocido pero resultaba ser cómodo.
—Te prometo que te gustará, es picante pero tampoco es tan fuerte—Anakin sonrió apoyando su codo en la mesa, los platos de comida caliente se posaban frente a ustedes y con vacilación probaste la comida. El sabor se extendió rápidamente por tu lengua, diferente a cualquier otra cosa que hayas podido comer en el Templo. Anakin apretó los labios ocultando una sonrisa antes de morder—¿Siempre trabajas tanto?
Paraste de comer apoyando el tenedor.
—Claro, hay muchas cosas que hacer—suspiraste—Prefiero terminar las misiones rápido para poder empezar la siguiente, los Separatistas ganan terreno a un alto rendimiento, no podemos permitirlos avanzar.
—Sin embargo no eres la única Jedi que puede hacer esos trabajos—se inclinó sobre la mesa, sus ojos celestes te penetraron—Si quieres rendir mejor, deberías descansar. Es necesario, además si te sientes sola, siempre podríamos pasar los descansos aquí si te gusta.
Las palabras se fueron de tu boca, calentando tu cuello y un corazón latiente.
—...La mayoría de personas me encuentra intimidante, tú lo sabes.
Anakin rió.
—Puedo ver eso, pero lo que sea que encuentren intimidante, yo lo encuentro encantador.
Avergonzada, y terriblemente preocupada por la velocidad con la que tu pecho latía, te paraste de la mesa. Skywalker estaba desmoronando las paredes a tu alrededor, y una pregunta se poso en tu cabeza, ¿era solo admiración lo que sentías por él?
they get politicians to present trophies. they allow donald trump as a guest. they sing national anthems in countries with human rights issues. but if a driver is political they get a fine, suspension, or a deduction of championship points?
dictatorship.
I want star wars mutuals 😭😭😭
𝐜𝐫𝐨𝐬𝐬𝐞𝐝 𝐛𝐲 𝐬𝐩𝐞𝐞𝐝 | oscar piastri × fem!reader
summary | you meet oscar by chance, and one race turns into something much more
warnings | fluff, mild swearing, romantic tension, kissing
word count | 1.1 k
You were never someone obsessed with racing drivers. You didn’t collect posters, you didn’t know the names of every circuit, and you never imagined yourself dreaming about gasoline and adrenaline. But it only took one race to change everything. For him to change everything. Oscar Piastri.
At first, it was casual. You were at a friend’s house watching the Monaco Grand Prix just to be polite. And there he was—calm, young, with a kind of presence that doesn’t scream for attention but is impossible to ignore.
You started following him. At first under the excuse of “trying to understand the sport.” Then it was interviews, then TikToks. Then came the secret Twitter account for updates, and finally your first live race. Silverstone.
The air smelled of burnt rubber and excitement. Your hands were trembling. You had won a McLaren giveaway for an exclusive meet & greet. You didn’t know what to say to him, how to act, whether to smile or freeze completely.
And then you saw him.
He saw you.
Oscar was talking to someone from the press when your eyes met. It wasn’t the look of a star at a fan. It was fleeting, curious... as if he too was wondering if he’d seen you before.
“First time in the paddock?” he asked when it was finally your turn. His Australian accent was even more charming in person.
You nodded. You swallowed hard. You weren’t sure whether to shake his hand or just stand there awkwardly. You somehow did both.
“I’m Oscar,” he said, like you didn’t already know exactly who he was.
“I know,” you replied, and instantly regretted how obvious it sounded.
He smiled. That kind of smile that shows up when someone wins a silent battle. And you noticed how his gaze lingered on you just a little longer than it should have.
“Are you enjoying the race?” he asked.
“Very much. Though… I still don’t fully understand the strategies. Sometimes I just hope you don’t crash.”
He laughed. A genuine, soft laugh.
“Well, that’s what I’m hoping for too.”
Before he said goodbye, he took your cap. And with a marker, he wrote on the brim:
"For the girl who made me laugh before the race. O.P."
He handed it back with a wink.
You went home with your heart racing faster than any car on the track.
You didn’t expect more. It was a moment. A fleeting second among thousands. But a month later, you got a notification:
@oscarpiastri followed you.
And then a message.
Oscar P.: “Would you like to come to Monza as a McLaren guest? I’ve got a spare pass…”
You nearly dropped your phone. You hesitated. Was it real? Was it a mistake?
But you went. Of course you went.
Monza, Italy.
The speed of the cars didn’t compare to the speed of your heart as you stepped into the McLaren hospitality. And there he was, dressed in team gear, relaxed, as if he’d been waiting for you.
“I thought you wouldn’t come,” he said, adjusting his earpiece.
“I thought it was a joke,” you admitted, shrugging.
He smiled. This time, slower. More… interested?
“What do you think now?”
“Now I’m worried I might be enjoying this more than I should.”
There was a silence that hung between you, but it wasn’t awkward. It was heavy. Like he felt something too, something neither of you could quite name.
The race was a whirlwind. You watched him drive, watched him gain positions, watched him so far away and yet somehow so close.
And at the end, when he returned to the hospitality still sweaty from the race and buzzing with adrenaline, the first thing he did was look for you.
“Did you like it?” he asked.
“A lot. Although…” you hesitated. “I think what I liked the most was seeing you happy.”
Oscar blinked. Then looked down, almost like he was trying to hide something.
“Want to go for a walk tonight?” he asked. “No F1. Just you and me. Italian pizza and a city that doesn’t sleep.”
You felt like the ground was disappearing under your feet.
“Yes,” you whispered. “I’d love to.”
That night.
Monza under the lights was magical, but walking beside him made it feel even more surreal. You talked about everything and nothing. About what he liked to cook when he wasn’t racing. About your favorite books. About how strange it is to have thousands of people watching you, but still feel alone.
“Sometimes I feel like no one really knows me,” he confessed, sitting beside you on a bench. “Everyone sees me as the driver. The quiet guy. But they don’t know who I am when the helmet comes off.”
You looked at him. Not like a fan. Not like someone who idolized him from a screen. You looked at him like someone who had felt that too—the weight of pretending to be okay.
“I want to know you,” you said, almost without thinking.
Oscar looked at you. This time, with no walls. No filters.
He leaned in.
And when his lips brushed yours, there were no fireworks. There was peace. There was that feeling of everything falling into place.
“I don’t care if this is weird,” he murmured. “But with you, for the first time in a long time… I don’t feel alone.”
He kissed you again. Slow. Gentle. And you knew no podium would ever compare to that moment.
Days later…
The relationship became the perfect blend of secret and sincerity. You didn’t tell anyone. You didn’t need to. There were glances exchanged at circuits. Messages at midnight. Calls between training sessions. And even though you weren’t a driver, every time you were with him, it felt like you were racing toward something worth it.
One night, before another big race, he wrapped his arms around you from behind as you stared at the lights of the paddock.
“What are we?” you asked softly.
Oscar rested his chin on your shoulder.
“You’re my escape. My calm. And if you want… we can be something more.”
“Something like what?”
“Like what no one finds on a racetrack. What you don’t win with speed, but with time.”
You turned around, looked at him. And for the first time, without fear, you said:
“Then let’s take that time. But promise me something.”
“Anything.”
“That when you finish a race… the first thing you’ll do is look for me in the crowd.”
Oscar smiled. He kissed your forehead.
“Always.”
I HATE THE NEW RULES WTF IS THIS, FIA YOU'RE THE WORST I HATE U