Pues usted dirá, Loco, cómo nos ponemos de acuerdo. Mire, yo soy un tipo duro. Mire, caray....Ora verá. A mi me vale un poco demasiado madre que la gente tenga o no tenga qué hacer. Yo hago mi trabajo. Lo mío son los contactos. Alguien quiere, se apunta, lo ponemos en la lista y espera. Si les digo la verdad, si de plano nos caen mal o nos dan muy mala espina, los andamos circulando, no los pelamos o de plano los mandamos mucho a chingar a su madre. Usted me cayo bien. la verdad. Y más porque me doy cuenta de que son gente honrada y aquí su honorable señora da muestras de preocuparse por las cosas, por usted y verdad de dios que eso me tocó hondo, me parte el crazón, porque cuando hay querer hay que valorar. La manera es que usted recibe una cantidad de mercancía y al cabo de un mes entrega cuentas y sobrantes, si quiere cambiar de rubro solicita y se le informa si es viable, ¿no? Porque es por puntos, ya sabe, la puntualidad y las cuentas claras, son esenciales. Y así se la puede uno llevar cachetona con sus altibajos, ¿no? Pero como le digo, usted me cayó bien y le voy a hacer un favor. Le voy a proponer un negocio mejor. Es una oportunidad que le brindo como en su momento me la brindaron a mí. Yo la tomé y miremé. he ido subiendo de a los pocos pero subiendo.
El "Mestro" en "Crack, o de las cosas sin nombre", obra teatral escrita por Edgar Chías y dirigidad por Martín Acosta.
Por tanto, te doy todavía otro pensamiento, que es aún más puro y más espiritual: En el Reino del Cielo todo está en todo, todo es uno, y todo es nuestro.
Eckhart
Nada se detiene, ni puede detenerse nunca. Si yo, vosotros y todos los mundos existentes, con cuanto contienen, tanto en la superficie como debajo de ella, fuéramos reducidos a ser, otra vez, una pálida nebulosa, no importaría a la larga, porque volveríamos, ciertamente, al estado en el que ahora nos encontramos, y, sin duda, más allá, y luego más y más lejos todavía.
Mi lengua es imperfecta. Hablo en imágenes, no porque quiera lucirme con palabras sino por la incapacidad de encontrar aquellas palabras. Pues no puedo pronunciar las palabras de la profundidad de otra manera.
La gracia que me acaeció me dio fe, esperanza y osadía suficientes para no continuar oponiéndome al espíritu de la profundidad, sino decir sus palabras. No obstante, antes de haber podido animarme a hacerlo realmente, necesité una señal visible que hubiera de mostrarme que el espíritu de la profundidad en mí es al mismo tiempo el amo de la profundidad del acaecer del mundo.
Recuerdo cómo nos acostamos una mañana transparente de estío,
Cómo apoyaste la cabeza sobre mis caderas y la volviste a mí dulcemente,
Y abriste mi camisa sobre el pecho y hundiste tu lengua hasta tocar mi corazón desnudo,
Y te estiraste hasta tocarme la barba, y luego hasta tocarme los pies.
Velozmente se irguieron y me rodearon el conocimiento y la paz que trascienden todas las discusiones de la tierra,
Y desde entonces sé que la mano de Dios ha sido prometida a la mía, Y sé que el espíritu de Dios es hermano del mío.
Hojas de hierba. Walt Whitman
Toda nuestra sabiduría consiste en preocupaciones serviles; todos nuestros usos no son otra cosa que sujeción, incomodidades y violencia. El hombre civilizado nace, vive y muere en esclavitud; al nacer le cosen en una envoltura; cuando muere, le clavan dentro de un ataúd; y mientras que tiene figura humana, le encadenan nuestras instituciones
Del libro "Emilio o la educación" de Rosseau
Hoy he acabado el lienzo del que te hablé; líneas redondas que se entrecruzan con trazos finos y negros, y tú, que tienes la costumbre de querer saber por qué —el porqué no me interesa, la causa es la materia del pasado— te preguntarás ¿por qué los trazos negros y finos? Es por el mismo secreto que me hace escribir ahora como si fuese a ti, escribo redondo, enmarañado y tibio, pero a veces frío como los instantes frescos, agua del arroyo que tiembla siempre por sí misma.
Clarice Lispector, Agua viva
¡Oh, el enigma, el nudo triple, el estanque oscuro y hondo, desatados e iluminados!
¡Oh, correr, por fin, a donde hay espacio y aire suficientes! ¡Librarse de viejas ataduras y convenciones: yo de las mías y tú de las tuyas!
¡Encontrar una nueva despreocupación, inimaginada, en lo mejor de la Naturaleza! ¡Quitarse la mordaza! Sentir, hoy o cualquier día, que me basto como soy.
Sólo después de la enfermedad comprendí lo importante que es para el propio destino el decir sí. Pues de este modo hay ahí un Yo que luego no desertará cuando suceda algo inconcebible. Un Yo que persiste, que soporta la verdad y que está a la altura del mundo y del destino. De este modo se ha experimentado en un fracaso también una victoria. Nada es estorbo —ni por fuera ni por dentro—, pues la propia continuidad ha resistido al fluir de la vida y del tiempo. Pero esto sólo puede ocurrir cuando uno no se inmiscuye indiscretamente en los designios del destino.
Entonces comprendí que en el alma habita desde un principio un anhelo de luz y un impulso irresistible de salir de sus tinieblas iniciales. Cuando llega la gran noche, todo adquiere un tono de profunda melancolía, y una inexpresable nostalgia por la luz. Esto era lo que se expresa en los ojos de los primitivos y lo que puede verse también en los ojos de los animales. En los ojos de los animales hay tristeza y no se sabe si lo que representa aquel ser primitivo es el alma del animal o un sentido doloroso. Tal es la voz de África, la experiencia de sus soledades. Son las tinieblas primitivas, un secreto materno. Por ello, el acontecimiento más impresionante para el negro es el nacimiento del sol por la mañana. El instante en que se hace la luz, que es Dios. El instante comporta la salvación. Es una vivencia primitiva del momento, y ya ha desaparecido y se ha olvidado cuando se piensa que el sol es Dios. «¡Estamos contentos de que la noche, en la cual rondan los espíritus, haya ahora terminado!», significa ya una racionalización. En realidad reina otra oscuridad en el país completamente distinta a la noche natural: es la primitiva noche psíquica, la noche de hace incontables millones de años, en la que todo siempre fue como hoy es. El anhelo de luz es el anhelo por la consciencia.
Aunque pudiésemos representarnos lo que es, no podríamos decirlo ni comunicarlo...
Gorgias