“Me enamoré de vos. Me enamoré de vos, y, aún intento saber cual de tantas razones, fue la principal para enamorarme tanto. Para enamorarme de vos. No sé si fue tu facilidad para hacerme reír, o la manera en la que siempre me hablaste. Sigo dudando si quizás fue por aquella vez que te vi sonreír, o la primera vez que escuché el sonido de tu dulce voz. Quizás de algún modo, me enamoró tu capacidad de convertir mis problemas en lecciones, esa capacidad de buscarle el lado bueno a mis angustias. Me enamoré de vos y aún me pregunto si fue a causa de haberte conocido y darme cuenta enseguida de que mi vida a partir de vos, ya no sería la misma. Me enamoré de vos, y seguramente también de tu alegría, de tu calor protegido por una capa de hielo, o de ese amor que tenés y nunca supiste entregar. Me enamoré y posiblemente haya sido por tu forma de ver la vida. Me enamoré y no cabe duda de que también me enamoré de tu frialdad, de tus malos ratos, de tu humor variable y sobretodo, de tu alma. Me enamoré de vos y de ese corazón tan fuerte que te distingue entre todos los demás corazones en éste mar de personas.”
— M.E
No quiero perder a alguien más…
📹george_10g | TW
Cuando era chica y levantaba la vista para ver el cielo nocturno, lo que más hacía era buscar las dos únicas constelaciones que me conocía: el cinturón de Orión (o las tres Marías) y la cruz del sur, para luego seguir jugando al aire libre.
No sé qué pasó, ni en qué momento se dio el quiebre. Pero mientras iba creciendo, lo hacía cargada de nostalgia, tristeza, dolor. No tenía excusa alguna para ser así de oscura. Y sin embargo, lo era. Ya no buscaba mis constelaciones en el techo de Dios. Solamente clavaba mi vista en el suelo.
A los dieciséis tuve la oportunidad de hacer un retiro.
La primera noche, todos con linternas en mano, nos llevaron a caminar entre los cerros. Allí mismo nos dieron alguna charla, que no creo que haya tenido tanta relevancia en mi yo de ese entonces.
Yo estaba perdida en otra cosa.
Estaba impactada, maravillada, enamorada de la oscuridad que lo inundaba todo. No hubiese sido capaz de ver mis propias manos sin la linterna.
Pero el cielo. El cielo estaba tan claro. Esa noche no faltó ni una sola estrella. Me había olvidado de lo bello que podía ser. ¿Por qué? Porque siempre lo contemplaba de la misma torpe manera. Necesitaba realmente de un cambio de perspectiva. Observarlo de otra forma, con otro cariño.
Me sentí diminuta, insignificante. Al igual que todas las cosas que me agobiaban. ¿Y si mi rutina, mi día a día, era el lienzo negro de la noche? Entonces, tenía que tener estrellas. Caí en la cuenta: estaba llena de ellas. El amor de mi familia, mi hogar, mis amigos, mis libros, mis hobbys, mis cafés con leche, mi mascota.
Estar en ese lugar tan extraño, con muchas personas desconocidas, logró hacer que algo dentro mío “hiciera click”.
Ha pasado mucho tiempo de esto. Pero cada vez que anochece luego de un día asquerosamente largo, me quedo mirando a través de la ventana de mi cuarto, absorta. Pensando.
La Luna puede ser magnífica, por eso se las dejo a los poetas.
Yo me quedo con las estrellas, que me recuerdan que por más oscuro se vea todo, siempre se puede brillar. Hay motivos para hacerlo.
Sólo hace falta a veces mirar desde otra perspectiva.
“Si no quieres contestar los mensajes, no lo hagas. Si no quieres hablar con alguien, no lo hagas. Está bien alejarse un tiempo de las personas y sólo centrarte en ti.”
— chicadelcereal
te mereces un amor que no te hiera
No debes sentirte mal si subes o bajas de peso, cariño.
¿Por qué te molestaría tu cuerpo por una diferencia de talla?, Algunos comemos para llenar ciertos vacios; creemos que al comer como le dicen los demás, “desesperadamente", estamos evitando dolor y no, no así no es. Evitamos la idea del cambio, no por miedo al dolor sino por miedo a un vacío que no puede ser llenado con nada(este no debe generar dolor siempre, no digan que solo es por dolor).
También tuve una etapa en la que no comía, desde ese punto de vista, el no comer es por haber estado ocupada con otra cosa: las emociones que intentaba ocultar.
Estás tan asustada de algo que no querías y terminó pasando que solo piensas y piensas “¿Por qué?“. Te llena la cabeza de dudas que te llevan a la desesperación, tienes el corazón con un miedo que te arroja sin piedad a un vacío en el que todos tus temores te atormentan. Día tras día, noche tras noche y no hay escapatoria…No, no la hay.
Sabes que lo que sientes te está rompiendo, te destruye cada parte del cuerpo pero sigues ahi, ¿Por qué? Porque sólo quieres aquello que te sumergió en ese infierno, quieres que tu salvación sea lo que te hundió hasta el rincón más profundo de la ansiedad.
Eres tan increible que en ciertas ocaciones me cuestiono sobre tu existencia
Alegre depresion
Para mi niña