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No desconfiaba de su familia, todos y cada uno habían sido adiestrados con defensa personal y un poco en batallas las chicas, para que pudieran escapar en la más mínima oportunidad en situaciones peligrosas.
Como esta.
Y entre ellas estaba uno de sus guardianes de la niebla, además de ello también estaba I - pin quien era fuerte y había sido entrenada por Fon, un arcobaleno.
Estarían bien hasta que llegara a ellas.
No tenía de qué preocuparse.
Ellas estaban bien.
Pero..
- Boom -
Un disparo.
Freno con todo su cuerpo cargado en ira y abrió la puerta del auto aportándole muy poco si estaba en medio de la calle y lo dejaba abierto.
El teléfono había quedado en algún sitio poco importante, ya que lo había arrojado al azar en cuanto salió del vehículo.
Avanzando a paso furioso a medida que una llama se prendía en su frente y aumentaba en intensidad conforme avanzaba cada tramo.
*+%-%+*
Le habían disparado en una pierna a Haru, dejando al frente de ellas a I - pin para que las cubriera, ya que era la más fuerte de ellas en esos momentos de desventaja.
Rezando porque apareciera Tsuna e hiciera algo.
Cerca de veintisiete hombres las acorralaban del frente, mientras que un número incierto de francotiradores desde el otro lado la mantenían vigiladas.
Estaban asustadas.
- Entonces ¿Aparece en el momento crítico, el Décimo Vongola? - Ello las desconcertó. - Son puras patrañas.
Pronto Chrome sintió que lo que sea que le haya estado impidiendo utilizar sus ilusiones se esfumaba, lo cual la hizo sonreír.
- Si, realmente lo son. - Dijo ella en voz baja, recibiendo miradas extrañadas de personas ajenas a su familia.
Su jefe había llegado a salvarlas.
Una persona cayó justo delante de la fémina aprendiz de un arcobaleno, dándole la espalda a los atacantes, a la cual le palmeó suavemente su cabeza sonriendo hacia ella un momento de forma amena, tranquilizado a la niña y provocando que retrocediera para que estuviera junto a las demás.
Realmente sorprendió a los atacantes aquella entrada imprevista.
Mientras que el castaño se acercaba a las mujeres que se encontraban en el suelo rodeando a la que estaba lastimada.
Lo cual hizo fruncir el rostro del siempre amable y tranquilo Cielo que todo el tiempo estaba armonizado.
Se quitó su capa y le arrancó una parte para vendar la herida de Haru, recibiendo una mueca de dolor de su parte.
- Lo siento tanto, tendría que haberme quedado con ustedes. - El rostro del castaño se torció en una mueca de decepción y odio, hacia sí mismo. - Iremos a casa para curarte - Término de vendarla y le sonrío apacible. - Ya todo está bien, Haru.
Colocó la capa en los hombros de la chica, dando otra sonrisa tranquilizadora, esta vez para todas, y se colocó de pie nuevamente.
Pegando media vuelta para mirar al grupo de hombres de la mafia con su rostro serio, hyper will mode.
El cual le hizo retroceder un paso a cada espectador.
No por sólo irradiar ira y odio, no, sino que por esa llama que se movía rabiosa y descontrolada en su frente.
- Lo diré una vez. - La voz de ese niño, no era ni medio normal.
- ¿¡T-tu quien eres!? - No era el líder quien lo había preguntado, pero fue el único que pudo quitar la parálisis de su cuerpo por aquella mirada.
El ambiente pareció cambiar completa y repentinamente de pesado y asfixiante, a sediento de sangre.
- El Décimo Vongola. - Muchos parecieron tragar duro o saltar en sus lugares. - Y lamentará haberse metido con mi familia.
Y ya no era advertencia.
Ni siquiera amenaza.
Ya era un hecho.
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Parte 4 y final.
Lamento los personajes muy Oc, pero la idea está escrita hace años y ahora la vi y le molesto que siguiera allí.
- ¡Les quedan muy bien! - Alzó ambos pulgares. - Incluso muchas personas, no les quitaban las miradas de encima en toda la mañana, imagínense ahora.
Y justo en ese momento salió Haru.
- ¿Qué tal le queda a Haru?
Eso era lo bueno de la familia Vongola, que a pesar de los años que transcurrieron ninguno perdiera su característica actitud.
Ella vestía un vestido largo hasta arriba de sus pies, de mangas tres cuarto, color rosado claro y con botones desde el cuello hasta el final en el lado derecho.
- Te queda muy bien Haru. - Le sonreí en afirmación.
- Es verdad, te hace resaltar tus curvas. - Kyoko levantó ambos pulgares con una sonrisa.
- A ustedes tampoco les queda mal, les resaltan sus atributos.
Por Jesús, eso me hizo avergonzar, cuando hablaban entre mujeres ¿se decían tales cosas siempre? Que barbaridad.
- ¿Y Chrome?
Justo en ese momento la mencionada salía del vestidor con el vestido colgando de su brazo izquierdo.
- Ah, no es justo, yo quería ver como te quedaba. - I - pin se quejo.
- Si, Haru también.
Y tras ello mi guardiana de la niebla volvió avergonzada al vestidor al igual que las demás.
-%_%-
Eran cerca de la una de la tarde cuando decidieron que eran suficientes compras para ellas, por lo que decidió dejarlas en un restaurante e ir a dejar las compras de las féminas en el auto de su uso personal, que casi nunca usaba pero que tenía porque su hermano Dino le había literalmente obligado a aceptarlo en su cumpleaños el año anterior.
Era algo llamativo, pero por más que estaba avergonzado, colorado y muy apenado nadie lo apoyó y técnicamente entre todos lo amenazaron para que lo aceptara por las buenas.
Lo había usado un par de veces y por ello lo había elegido para ese día, era cómodo, tenía un motor especial que no hacia el más mínimo ruido y en él entraban hasta siete personas, casi que no parecía un auto.
Era muy elegante y le gustaba, pero aún seguía avergonzado al recordar cómo lo obtuvo.
Agh, ojala y Dios se apiade de su alma.
Dejo todas las bolsas que habían aumentado y ahora eran treinta, bien acomodadas en el baúl del auto color escarlata.
Cerró el baúl y suspiro cerrando sus ojos.
Todo estaba yendo demasiado tranquilo para variar.
Se sentía extraño pero no intranquilo, sólo.. extraño.
Pero bueno tenía que dejar de ajetrear su mente con pequeñeces.
Abrió nuevamente sus ojos y se encaminó otra vez hacia el lugar del conductor para montarse en el.
Agh, le avergonzaba ver que las puertas se abrían hacia arriba.
Puso en marcha el motor y por el silencio que dejaba esté, aún prendido, escuchó su teléfono en el tono de llamada.
Lo tomo de la cajuela del copiloto y atendió rápidamente al ver que era Kyoko.
- ¿Tsuna?
- Sí, ¿Qué necesitan? - Se la escuchaba de todo menos tranquila.
- Hay unos sujetos al otro lado del restaurante y no dejan de mirar en nuestra dirección. - Su intuición comenzó a gritar, por lo que tomó el volante con su mano libre y piso al acelerador, pronto escucharon un chillido ahogado de I - pin en la bocina del aparato. - Ahora vienen hacia nosotras y no se si tienen algún arma con ellos. Tsuna.. tenemos miedo.
El Cielo doblo con fuerza en una esquina, sin quitar el teléfono de su oído y sin dejar de apretar el volante con fuerza contraída.
- Escucha, Kyoko. - Apaciguó su voz para tratar de tranquilizarla, lo cual pareció lograr. - Dile a Chrome que los pierda para que puedan salir del restaurante.
Algo no le cuadraba del todo y mucho menos al sentir arder su intuición dentro de sí.
Se concentró en el camino, que pareció alargarse a pesar de que no había estado a más de veinte cuadras del restaurante cuando había dejado estacionado el auto en la mañana.
Algo.. parecía y estaba mal.
- Tsuna.. - Frunció su rostro, ya sabía lo que le iba a decir la chica al otro lado de la comunicación. - No funcionan las ilusiones de Chrome, no funcionan.
Escucho eso en el momento en que atravesó una frontera de ilusión para luego acelerar aún más.
Paso de largo el restaurante en cuanto lo vio por el vidrio retrovisor.
Estaba de más decir que todo lo planeado, junto con los regalos que querían darle, apenaba mucho a Chrome.
Ah eso si, no se acercaba en nada, ni un pelo, a cuando era a su jefe a quien le daban los regalos.
Un tomate podría decirse que era el castaño en esos momentos.
El Cielo en estos momentos cargaba, luego de ofrecerse, las compras que las féminas realizaban en cada lugar visitado.
No le molestaba en lo absoluto, su fuerza aumentada con los años no era poca, y su pensamiento siempre era y sigue siendo que será el que estará siempre para servir a su familia.
En las mañanas de esas fechas solía hacer frío por lo que todas habían recogido un abrigo para llevar puesto y él no era la excepción, el único inconveniente para él era que el abrigo que había agarrado a las apuradas y por instinto de supervivencia, por culpa de Reborn, había sido nada más ni nada menos que su capa de Décimo.
Se sentía avergonzado, por Dios.
Pero gracias a todo lo bueno en el mundo nadie parecía notarlo a él, su presencia era nula en el universo y aumentó aún más al tener a quienes considera parte de su preciada familia, vestidas de forma muy llamativa.
Podría decirse que ello era bueno y algo malo en partes iguales, por el momento.
Pero igualmente hacía un esfuerzo en tratar de ignorar las malas versiones para no arruinar el lindo día de una de sus guardianas y sus amigas.
Lo que le hacía recordar que aunque trabajarán tan arduamente y se merecían descansos prolongados, desde su punto de vista claro.
Pero ellas siempre lo rechazaban cuando les decía que tomarán algunos días de descanso, el mismo no podía por ser el cabecilla pero eso no era relevante.
Por lo que cuando se los pidieron no dudo ningún segundo en aceptar.
Estaba de más que se lo pidieran a él ya que simplemente podrían dejar de trabajar el tiempo que quisieran y él no les diría nada, todo era por la comodidad de su preciada familia.
Siempre iban con él a consultar todo tipo de situaciones y problemas, lo cual lo alegraba en gran medida ya que lograba aliviarles el estrés y la presión que conllevaba pertenecer a la Mafia.
Y no tenía problema con eso.
+%+#+%+
Ahora finalmente se encontraba en una banca, en una tienda de ropa, esperando y descansando.
Caminar de un lado para otro cansaba, lo admitía pero no en voz alta, pero no significaba que no le gustara ayudarles.
Tenía unas quince bolsas de ropa a su derecha en el suelo y esperaba pacientemente observando a la nada a que las chicas se probarán todas las prendas que quisieran y eligieran cuales llevar.
Incluso Chrome se había agarrado a aquélla idea, lo cual lo hacía feliz.
Reiteraba por milésima vez que no tenía problemas con ello es más lo hacía feliz todo aquello.
- J-jefe..
Atendió inmediatamente el bajo llamado hacia su guardiana que había resultado ser la primera en salir.
Vistiendo un vestido púrpura largo hasta sus pies y suelto, sin ningún adorno ni nada parecido, muy sencillo y elegante.
- ¡Se te ve muy bien Chrome! - Le sonreía alegre, cálido, demostrando la verdad en sus palabras.
Y no podía haber respuesta más honesta que esa.
Si, encajaba a la perfección con el aura que ella emanaba.
- G-gracias, jefe.. - La muchacha se sintió avergonzada y halagada en partes iguales.- Entonces, iré a cambiarme.. - Y con ello volvió por donde vino.
Pareciera que la muchacha siempre pensaba a futuro, porque en unos cuantos días se daría una especie de baile en la mansión de una persona que quería ser aliada de Vongola y bueno, ese vestido le quedaba muy bien si quería usarlo para esa ocasión.
Las siguientes en salir fueron Kyoko e I-pin.
La adolescente con un vestido chino de color azul, largo hasta sus tobillos, con un bordado de flores y cortado en ambos lados.
Y la de cabello castaño claro, llevaba uno alargado y con varias capas de color plateado sin ningún bordado más que una flor dorada enganchada al cuello.
- Y ¿Qué tal, Tsuna?
Parecía que todas se habían puesto de acuerdo con elegir vestimentas sencillas pero elegantes.
Tsuna puede aun ser un niño torpe y algo miedoso.
Puede ser una persona que detecta la violencia y el maltrato.
Pero él puede cambiar todo lo suyo para volverse el Jefe.
Porque él, es el Jefe.
_________
La mayoría podría decirse que no conocen a quien comanda a Vongola.
La identidad del Décimo capo más poderoso de la mafia es desconocida.
Pero se oían constantemente rumores que iban y venían sobre esa persona.
Mayormente al principio se solía escuchar que esa persona solo aparecía en situaciones críticas.
Pero nadie podría confirmarlo al cien por ciento, porque eso se creía que eran.. solo rumores.
También se solía escuchar que el Décimo Vongola era muy poderoso. Capaz de detener un enfrentamiento mortal con solo su presencia.
Además de poseer bajo su control al peligroso Hitman número uno del mundo.
Incluso como uno de sus guardianes al prisionero más peligroso de Vindice.
Y bajo su mano al grupo independiente de Varia.
Y con ello algunas cosas más que fueron haciéndolo famoso con el corto tiempo de unos pocos meses.
Daba terror el solo hecho de pensar en la apariencia de esa persona, no que va, un demonio, un monstruo entre simples humanos mortales. Se rumoreaba que era la encarnación de Primo mismo, y no sabían de qué forma era peor imaginarlo; Primo era aterrador.
Era mucho mejor no pensar en provocar la ira de aquella persona desconocida. Pero, siempre están esas excepciones. Esos grupos, los cuales no tienen siquiera la más mínima creencia en los rumores.
Consiguen que otras familias más se unan a ellos y dan forman a un plan detallado.
Así como siempre fue pensado el "Hacer caer a Vongola".
*+++*
Hoy día es el cumpleaños de Chrome.
Haru, Kyoko e I-Pin planearon sacarla junto con ellas de compras, y a recorrer ciertos sitios especiales de Italia que no tuvieron la oportunidad ni el debido tiempo para visitar, aún.
Para ello pudieron contar con quien desde hacía ya un buen tiempo llamaban jefe.
Claro que esté accedió, incapaz de negar nada a su familia.
Por ello de igual forma aprovecharon y le pidieron que las acompañara en la salida a la ciudad, con la excusa de que eran cuatro chicas que podrían ser acosadas en cualquier momento, a pesar de que ellas sabían muy bien defenderse.
Y el Cielo bondadoso y preocupado accedió aún más rápido que al primer favor que le habían pedido.
Por ello él dejo sin que nadie se enterara todo el papeleo acumulado de unas semanas para otro momento.
Asegurando que se ganaría unas semanas más de insomnio, pero lo valía.
La salida de su familia era más importante en ese momento.
*+~+*
Eran cerca de las seis y cuarto de la mañana y el grupo formado por el momento por cuatro mujeres, se encontraba esperando en la entrada de la mansión a cierto castaño.
El cual en ese momento estaba bajando rápidamente las escaleras, con el peligro de romperse el cuello, con su billetera en mano y tratando de no despertar a nadie.
Logrando llegar en pocos minutos después donde se encontraban las mujeres que vestían ropas atractivas y atrayentes en ellas.
Para apenas llegar al encuentro tomar rumbo a la ciudad para realizar el paseo en nombre del festejo de la muchacha de cabellos largos de color lila.
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Tres mujeres adultas y una adolescente, muy atractivas y muy hermosas junto con un muchacho que aparentaba ser un ojeroso estudiante de secundaria.
Definitivamente las féminas llamaban mucho la atención.
En cambio el muchacho pasaba a ser ignorado en segundo plano, algo bueno según él.
Siendo tan temprano algunas tiendas se encontraban abiertas para quienes tenían los horarios de trabajo cerca de esas horas.
Pero algunas otras no lo estaban, ello los empujó a ir primeramente a una cafetería para desayunar y luego ir a por tiendas mayormente pensadas de ropa. Ah, vaya día le esperaba al adorable Cielo Vongola.
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Básicamente el supuesto adolescente ante la vista de desconocidos pagaba de buena gana las cosas en las tiendas que visitaban.
Al Cielo poco le importaba aquello, si en un principio se había ofrecido de todos modos a pagar por ellas todo lo que quisieran llevar.