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Sueños absurdos en borrador

242 posts

Latest Posts by hoja29 - Page 7

5 years ago

Enero de 2020

Las aguas del río… Las aguas del río me sonríen, y yo, al mirarlas fluir, enternezco hasta el llanto.  El corazón del campo… El corazón del campo me sonríe, y yo, con los ojos cubiertos y llenos de todo ese amanecer, le sonrío.  La ciudad de Lima… La ciudad de Lima me sonríe, y yo…  Las gentes del centro… Las gentes del centro no sonríen y yo, ante la indiferencia de sus miradas, les sonrío.

5 years ago

Domingo, 19 enero de 2020

Está llena de paisajes tupidos de flores, de montañas (), de fieras antiguas, de vegetaciones de todo tipo, de sonrisas sinceras. Tiene el alma del campo cubriendo su corazón, ¿Y el corazón en quién?, ¿el corazón en dónde?

5 years ago

Ene. de 2020

(...) Porque el quererla me resultó simple. Porque mi corazón me resultó un anciano involucrado y algo desatado de la razón...

5 years ago

Misiva sin compromiso ni dirección occidental

Hoy me está doliendo el mundo. Hoy las palabras y las acciones. Hoy ya salpica la sangre de inocentes por los diarios. Hoy no concibo el mundo como trato de verlo, sino como lo que es: un mundo lleno de pobres diablos. Se me clavan agujas invisibles en los ojos, pero no lloro. Nada me aplaca durante un minuto, el pecho silba, las palabras agonizan, la boca me sepulta, mi corazón explota. Al final todo lo que obtengo no es mucho más de lo que obtienen los que lo ignoran. Cómo puedo contar con los dedos si los brazos aún no me responden, cómo puedo caminar si mis ideas se arrastran mirando hacia el cielo y este solo me escupe misericordia. Cómo sonreírle a la luna a pesar de las nubes. Cómo defender a los que callan si a los cinco minutos ya he dejado de hablar. Y yo me respondo: ¡cómo no!

5 years ago

01 de enero de 2020

Eres viento que baja de la montaña y fecunda mi corazón en invierno. Fuiste el grito que abrió mi garganta sin ninguna saña ni propósito, fuiste dolor y fiebre desencadenada; pregunta de siempre sin contestar. ¿Y si te contesto? ¿Dolerías menos? Es que a veces me acuerdo y sucede esto que te estoy contando con tanto cariño, y me revuelve los sesos, y el alma me llora escondida mirándome desde las faldas del corazón.()Entonces, todo impacto del pensamiento en la memoria cambia de dirección. Y los vientos soplan todas las palabras como acariciando el recuerdo de todos estos años. Y la misma pregunta incógnita resurge como invitándome a descubrir, otra vez, lo más sagrado  del universo. Si te contara las veces que casi lo descubro, las veces que he pensado que lo había descubierto... ¿Y si me lo contaras tú, si me ahorraras este tiempo lleno de esas cavilaciones que eres tú? Cada cúmulo de estrellas que observe siempre será como un pequeño caos de preguntas revoloteando en mi pequeño corazón.

5 years ago

Diciembre de 2019

En el lugar me percibo (…) Personas desconocidas y a la vez íntimamente ligadas a mí conversan, ríen, beben. Yo continúo quejándome de su sonrisa mientras respondo a la situación con naturalidad. Converso, río, bebo, respiro: sus movimientos siempre delatan en mí alegría. No me contengo y mis brazos se desplazan a la misma velocidad de su sonrisa para encontrarla. Me pregunto si ella anhelaba este abrazo tanto como yo. Creo que su afecto siempre desvanece mis dudas en su mirada. Si la escucharas hablar, ya no te preguntarías jamás por qué desde el instante cero ya es el amor de tu vida, ni por qué el siguiente instante ya no se trata de ti, sino de otro, de otro rostro, de otro escenario, otro tiempo, otro sueño, otredades que solo puede inventarse la imaginación cuando uno solo desea la felicidad de la otra persona. Y aunque Eloise ya no sea el amor de tu vida, sino el de otro, aunque eso tú no lo sepas ahora, creo que soñando estás consciente del cambio, del desamor, del momento, de tu accidente, del coma y de la distancia que no ha sido culpa de nadie. Ahora me encuentro en una de esas situaciones de las que alguna vez te escuché hablar, esas en la que resultar enamorada de la sinceridad que siempre desprenden sus ojos puede resultar ser el cuestionamiento mismo del amor.

5 years ago

Imprevisible

Yo estoy haciendo silencio, pero a veces el sueño intempestuoso se termina  y quedo en el aire. Y este se llena de unas ganas por querer hablar.  Me salen las letras como lágrimas o risas, como estupefacientes que no me dejan saber lo que sucede… Y estoy tan entregada que, para sobrellevar la idea, me quedo durmiendo hasta la una de la tarde, a veces más, hasta que la misma emisora de radio suene, hasta que la luz toque mi ventana, hasta que el sonido de la mañana despierte, hasta que no haya música porque el vecino fue a parar quién sabe dónde, hasta que no haya noche porque la luna fue a parar a la antípoda de otros sueños.

5 years ago

EPIFANÍAS

Ocurrió cuando menos lo esperaba...

A finales de una tarde de invierno. La nieve se derretía. Unos días antes de dejar de salir completamente del sótano. Caminaba cada vez más lento, miraba las casas, las calles vacías del domingo, enero...Me di cuenta, por primera vez con tanta claridad (la claridad del aire de enero), de que aquello que queda al final no son los momentos excepcionales, tampoco los acontecimientos, sino precisamente los momentos en que no pasa nada. Tiempo liberado de su pretensión de excepcionalidad. Recuerdos de tardes en las que nada ha ocurrido. Nada, salvo la vida en toda su plenitud. El olor sutil a humo de leña, las gotas, la sensación de soledad, el silencio, el crujir de la nieve bajo los pies, la vaga desazón cuando cae el crepúsculo, lenta e irreversiblemente.

Ya lo sé. No quiero revivir de nuevo ninguno de los llamados acontecimientos de mi propia vida, ni aquel primero de mi nacimiento, ni el postrero que me aguarda por delante; son ambos igual de incómodos. Igual que lo son todas las llegadas y despedidas. Tampoco quiero revivir de nuevo mi primer día de cole, ni mi torpísimo primer polvo, ni mi llegada a la mili, ni mi primer día de trabajo, ni mi petulante bodorrio, ni...Ninguno de esos recuerdos me aportaría alegría. Los cambio todos, junto con los montones de fotos que los acompañan, por aquella tarde en la que estoy sentado en los escalones calientes a la puerta de casa, me acabo de despertar de la siesta, oigo el zumbido de las moscas, he vuelto a soñar con aquella chica que nunca se da la vuelta. Mi abuelo arrastra la manguera al jardín y el pesado olor a flores tardías asciende hacia los cielos. Nada es definitivo, nada ha sucedido aún. Tengo todo el tiempo del mundo por delante.

Lo insignificante y lo pequeño, ahí es donde está agazapada la vida, ahí es donde anida. Son curiosas las cosas que quedan brillando al final, el último resplandor antes de la oscuridad. Ni las más importantes ni..., uno no puede anotarlas o contarlas siquiera. El cielo del recuerdo se abre para aquel minuto del crepúsculo de un día de invierno en una ciudad lejana: tengo dieciocho años y de milagro me he quedado solo por un par de minutos, atravieso el enorme patio de armas del cuartel. (...)

Y bien, aquel momento en el que me quedé solo en el enorme patio de armas bajo un cielo vacío, en medio del aire frío impregnado del primer olor a invierno, a humo de leña y carbón que se desliza a hurtadillas desde el pueblo cercano, crepúsculo y premonición, por primera vez solo, por primera vez en otra parte, un leve frío, nubes frías. Y precisamente ese encuentro entre la desesperanza y la premonición (el año de la mili acababa de empezar), mezcladas con un cielo infinito, ajeno y hermoso, hermoso de manera ajena, hizo que ese minuto pareciera eterno. Ya sabía yo que no sería capaz de contarlo.

Evidentemente, puedo enumerar más camellos dorados como ese en la caravana infinita de los minutos. Tres o cuatro, como mucho. Pero intentaré relatar tan solo uno más. Final del verano, estoy frente a mi casa, el ocaso es infinito en la llanura, tengo seis años, las vacas regresan por el camino, primero se oyen sus cencerros lentos, los gritos del pastor, los mugidos que anuncian a sus crías que por fin regresan, el llanto en respuesta de los terneros...Sí, es un llanto, lo sabía incluso entonces. Igual que el llanto que brota de mí al instante cuando mi madre regresa de la ciudad para verme el fin de semana. Jamás el alivio y la acusación han estado tan cerca uno del otro como en ese llanto. Tan cerca como el llanto de los terneros y el llanto de los niños cuando se los abandona durante el día o durante unas semanas. (...)

En ese minuto (el recuerdo sigue igual de nítido), en ese minuto tupido de sonidos, vacas y olores, todo desaparece de repente, una grieta resquebraja el horizonte en su punto más remoto, el tiempo se retira y allí, en el fondo del ocaso, aparece un cuarto blanco de techos altos como jamás he visto, con una araña de luces y un piano. Y frente al piano está sentada una chica de mi edad a la que veo solo de espaldas. Tiene el pelo claro, recogido en una coleta, se dispone a tocar, tiene los brazos ligeramente alzados, veo sus codos afilados...Y ya está.

Nunca he sido más feliz, nunca me he sentido más completo y tranquilo que en aquel minuto sentado sobre la losa caliente a finales de mi sexto verano. (...) Me prometí en aquel momento que encontraría a esa chica. La busqué en todas partes, en todos los años que atravesé. Ninguna resultó tener su rostro. Siento que con el tiempo empiezo a rendirme. Me acostumbro. Ser viejo consiste en acostumbrarse.

• Gueorgui Gospodínov, "Física de la tristeza"

Fulgencio Pimentel. Trad: María Vútova y Andrés Barba


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5 years ago

Ya no me busques para jugar en el recreo

Hay una persona que piensa que todavía poseo los años de la infancia, como si nunca hubiera crecido.

Está bien, puede ser, porque a veces también crezco para dentro y vuelvo a tener 3 y ella 7.

6 years ago

«I’m so mad I’m getting old it make me reckless». Cuando éramos jóvenes.

«Estaba escuchando una canción de Adele cuando pensé en esto. En las “últimas veces”. Uno a veces no sabe cuándo será la última vez de algo. ¿Se debería tener cuidado? A estas alturas pienso que sí. Recuerdo, por ejemplo, una cafetería, cerca a Independencia. Había jarrones con pequeños claveles al centro de la mesa. Teníamos ensalada de fruta entre la lengua. El sol caía oblicuo sobre las flores y sobre tus ojos. Recuerdo tus ojos como un abismo. El vértigo, el deseo de lanzarse. La cima de una montaña, los árboles del Amazonas, las plumas de algunas águilas y búhos, el café humeante entre la lluvia. Pensé en todo lo que me gustaba y que tenía el mismo color que tus ojos. Los caballos. Yo no sabía, por ejemplo, que ese día iba a ser el último día que los vería con ese brillo. Con esa señal de amor. Así perdí muchas cosas. La última vez que te vi sonreír, sonreír con ganas. La última vez que te escuché contar un chiste. La última vez que vimos una paloma y gritaste porque las detestas. La última vez que comimos helado. La última vez que cocinamos juntos o salimos a bailar. La última vez que dijiste que hacía frío en la calle y nos metíamos en un café o corríamos a casa para meternos en la cama. La última vez que te vi desnuda. Yo no entiendo muy bien el acto de cerrar un ciclo pero me temo que tiene que ver con ser conscientes de que será “la última vez”. Si hubiese sabido que aquella tarde sería la última vez que tocaría tus labios, por ejemplo, me hubiese esmerado en guardar un buen recuerdo de ese beso. De hacerlo durar todo lo posible. De no mancharlo con la melancolía anticipada del nunca más. De besarte como si te dejará mi vida en tus labios. Ahora pienso en un cuento de Borges, sobre un prisionero que le pide a Dios detener su ejecución para terminar una novela. Y Dios, en su misericordia ante el escritor, detiene la bala mortal unos centímetros antes de impactar. El tiempo se detiene menos para el prisionero, que escribe mentalmente su novela, segundo a segundo, hora tras hora, día tras día en un tiempo que no es, inmóvil, frente a la bala. Luego de terminar la novela la bala continúa su camino hacia la muerte. Hubiera pedido a Dios el tiempo suficiente para despedirme bien de tus labios. Que se detenga el tiempo para poder imaginar que maduramos juntos. Que visitamos más cafeterías. Tiempo para imaginar que vemos todas las películas que se grabarán en el futuro. Tiempo para imaginar que regresamos a casa y conversamos de ellas bajo las sábanas. Tiempo para imaginar que nos cubrimos con una manta cuando llueve y pensamos en nombres y tiempos. Tiempo para imaginarnos en una discoteca, en una exposición de arte, en un concierto. Y así, solo después, decir adiós. No lo sé, no sé si así el ciclo estaría cerrado. ¿Tu qué piensas? Claro, de cuando éramos jóvenes. Creo que estaríamos tranquilos, sabiendo que se hizo todo hasta el final. Que nos quisimos como nunca hasta el segundo antes que dejamos de hacerlo. Es confuso. El ser o no ser. Desde entonces me digo siempre, ten cuidado, está puede ser la última vez. Mañana puedo morir, nunca se sabe. Voy al cine. A veces me ilusiono o creo que me enamoro. En una reunión me embriago y me hago amigo de alguien. Corro por la madrugada hasta que me duelan los muslos. Le pongo mantequilla a las cosas, igual podría morir mañana, nunca se sabe. Si me atrae alguien me aseguro de que sea una buena ilusión. Uno se puede morir mañana y no hay tiempo para mancharse los labios con besos sin sentido. No tengo perros pero alimento a los de los vecinos, aunque por las noches me desconozcan. Viajo, monto la bicicleta y voy hasta donde terminan los caminos. Duermo hasta que me duele el cuerpo. Entristezco hasta el borde del suicidio. Porque podría ser la última vez. Quería comenzar esto citando mi habilidad para recordar los hechos, mi buena memoria. Y comenzar también con el génesis de ello, mi habilidad mayor para meterme en problemas. Que aprendí a salir de problemas demostrando mi inocencia con lo narrado al detalle. Pero pasa algo. Hace unas horas vi una fotografía. Era una reunión de cuando tenía 17 años. Cosas que he olvidado. Y como si fuese una pequeña ficha de dominó he comenzado a recordar muchas cosas en las que también estabas presente. Las he olvidado y son cosas alegres. Ahora pienso que los ciclos se cierran solos. Basta ser feliz y la historia se olvida, mejor dicho, se archiva hasta que sea recordada. Las cosas tristes, nuestras culpas, son las que no se archivan. Son las que necesitan trabajarse. De esas hay que tener cuidado. En mi afán por cerrar ese ciclo pienso siempre en la forma que debí haber disfrutado de esas “últimas veces”. Ahora ambos hemos cambiado y quizá no nos importe realmente. Pero usualmente me sorprendo pensando en nuestro último beso, en la última vez que te tome de la mano y sentí que estaba sujetando lo más importante en mi vida. Y corrijo, no fueron las últimas veces, sino solo las veces que se desperdiciaron por alguna pelea, por algún sin sentido por algún rencor pasajero. Solo porque éramos jóvenes. Solo porque estábamos aprendiendo a amar.»

Félix Arapa

6 years ago

CANCIÓN DEL MUNDO

Si alguna vez callásemos

como callan los árboles, las nubes

y las piedras, podrían escucharse

los árboles, las nubes y las piedras.

También en estas cosas se escucha una canción.

Y desde su silencio nos invitan

a creer en la voz que sin verbo habla.

Así,

mientras alguien fabula estrategias que calmen

su incertidumbre,

un lúgano le canta a la mañana

y el cielo le regala los colores del bosque.

Mientras alguien disfraza con plegaria su miedo,

un milano dibuja su vuelo entre las nubes

y esparce libertad.

Y mientras alguien busca con palabras

la respuesta que salve su alegría,

la primavera llega, tan callada,

y expande los secretos de la dicha.

El mundo nos entona su canción.

Una canción en blanco,

sin dictado ni acorde, sin ciencia ni conciencia,

que de la nada viene y en todo se refleja.

Basta callar, dejar cantar al mundo

y oír su voz fugaz para entenderlo.

• Constantino Molina Monteagudo, de Las ramas del azar, 2015

• Edward Weston, retrato de Flora Chandler Weston

CANCIÓN DEL MUNDO
6 years ago

La única forma de volver es regresar sin haberse ido. Regresar de no pensar, regresar de no ser, regresar de soñar, regresar de los ojos cerrados. Y también de los ojos abiertos.

Roberto Juarroz (via exnoctambulo)

6 years ago

29 de noviembre de 2018

Hilvano ideas hasta tejer el corazón del mar y sentirlo latir desde las profundidades(); las olas retomando sin descanso en la superficie, la pleamar, el sueño, la intensidad del sentimiento...

6 years ago

Rebloguea a este perrito cartero en menos de 6 segundos y te llegará una buena noticia.

Rebloguea A Este Perrito Cartero En Menos De 6 Segundos Y Te Llegará Una Buena Noticia.
6 years ago

Enero de 2019

Regreso de los mares que comprenden un estigma para ellos. Porque vomito polvo y barro palabras, no entiendo que lo comprendo porque lo dejo ir, porque reprimirse es voltearse al tiempo de la flama y abrazar la orilla.

6 years ago

Enero de 2019

La conflagración entre su lugar y el mío conlleva a un ritmo no uniforme: la expresión devuelta al rostro equivocado, la sangre amordazando al oxígeno sin lugar para una duda y un suave maullido que va despertando a la tristeza.

6 years ago

Enero de 2019

La disciplina se sucede al despertar de las interrogaciones, sin luces de pertenecer a un día que nombrado sea como el contemplamiento de las horas. Y como herencia de un accionar reflejo, sin póstumo remitente ni remirado personaje, vuelto y violentado por la calma de volver su felicidad un entresijo entre dos velas.

6 years ago

Enero de 2019

Sobre el día y la noche, levantando al viento la mirada del ave negra, un muñeco de felpa ha mirado el océano.

6 years ago

Enero de 2019

Una larga duración no es permanecer al sentido, ni pasarlo, ni ocurrir con él; no pensar en ella es voltearse a la vida un momento y saberse muerto.

6 years ago

Ahora, no es más que un sueño que nunca protegió (…)

6 years ago

A los alrededores de la cómoda habitación, afuera, en el balcón, igual que todas las madrugadas, mis cansados ojos apreciaban una pálida pared que proyectaba, gracias a la luz que provenía de la habitación contigua, la imagen de una mujer; una mujer en todo su esplendor, una mujer de aspecto frágil y delicada pendiente, una mujer que había conocido hace poco en el parque central de la pequeña ciudad. Sus movimientos ilustraban naturalmente una rutina () e inquietaban, a la par del comienzo de una breve conversación,() el deseo de acercarme. Había tenido el pensamiento ausente durante lo que duran dos largos suspiros, quería quedarme bajo la protección del reflejo que se reunía para volverme loco. Estaba encantado con la silueta de una mujer que llegaba cada noche a proteger su propia felicidad (...)

6 years ago

Siempre regresaba a la fascinación que me causaba dormir entre las pequeñas hierbas y los enormes árboles que no siempre me acogieron como hoy. Venía solamente cuando el desconcierto rozaba la imaginación, cuando la vida era más o menos injusta y claramente perturbadora, dolorosa e inevitable.

6 years ago

«Es indudable que muchos puntos quedaban todavía oscuros. ¿Cómo explicar, en efecto, que no fuesen vistos los vestidos que llevaba Wilhelm Storitz, y no obstante, los objetos que tenía en las manos permaneciesen visibles? Por otra parte, ¿Cuál era la sustancia capaz de producir efectos tan maravillosos? Esto era una cosa que yo no sabía, y era en verdad muy de lamentar, toda vez que si lo hubiera sabido habría podido hacer uso de tal sustancia y luchar con armas iguales. Pero, ¿acaso, después de todo, era imposible vencerle sin poseer esa ventaja? Planteaba yo, en efecto, el siguiente dilema: cualquiera que fuese aquella desconocida sustancia, o su acción era transitoria o era perpetua. En el primer caso, Wilhelm Storitz se vería obligado a absorber nuevas dosis, a intervalos más o menos largos. En el segundo, érale absolutamente preciso destruir, de cuando en cuando, el efecto de su droga con otra droga contraria, un contraveneno en cierta suerte, pues hay circunstancias en que la invisibilidad sería, no una superioridad, sino una verdadera inferioridad.»

Julio Verne «El secreto de Wilhelm Storitz»

6 years ago

Esto

«Dicen que finjo o miento todo lo que escribo. No. Yo simplemente siento con la imaginación. No uso el corazón. Todo lo que sueño o vivo, lo que me falla o termina, es como una terraza sobre otra cosa aún. Esa cosa es la que es bella. Por eso escribo en medio de lo que no está cerca, libre de mi titubeo, serio de lo que no es. ¿Sentir? ¡Sienta quien lee!»

Fernando Pessoa, «Esto»


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6 years ago

A pesar de que uno parpadea tan rápido para que salga la lágrima, esta no cae igual a las demás, que están ahí, brotando como si no dolieran. Y uno estupefacto se agarra el corazón que está en el pecho porque algo le duele ahí: en los libros que se caen, en las emociones vertidas, la extraña lágrima, los extraños juegos de la mente. Identificándose con la imagen que no ve, pero siente con una tristeza notoria para todos menos para él. Piensa que los ángeles no deben de existir, pero mira la hora y se convence, cada vez más, de que algo extraño está sucediendo. Luego pierde el sentimiento, se cree humano y olvida todo lo sucedido. Mañana, seguro, despertará recordando eso como un suceso que no se debería olvidar, pero tampoco rememorar. Con la misma actitud de su día a día: sin importarle nada. Esto es parte de su humanidad: ser humano irracional.

6 years ago

Volido: anagrama del olvido 

En algún lugar del mundo alguien sueña que mueres y que todo es culpa de su cobardía. 

Toda su atención está inmersa en algún punto de la cama. Aún es el que observa la última escena y, por eso, no puede, por instinto, asegurar que nadie lo está viendo llorar (). 

Intenta prescindir del dolor para que sus manos estrujen su propio corazón sin dañarlo, como tratando de huir de una caída terminal; inconscientemente, trata de evitar la impresión que será el alimento para la fuente de su consternación. No quiere ser un criminal, tampoco matar su propio corazón; está casi tan asustado que trata de corregir torpemente la historia. No quiere que la cobardía sea parte de su humanidad nunca más; pero, el tiempo corre y ve que nada se puede modificar, aunque llore, grite, sangre y tiemble el corazón sobre el papel. El amor de su vida muere porque otra persona así lo soñó. Fue un sueño. Su persona amada debe odiarlo sin conocerlo porque, en el sueño, él también la quería; su propio corazón, inconsciente, también lo hace, con tal ímpetu que ahora le es casi imposible respirar. Lo mismo pensó el que soñó: que era imposible que ella muriera, que no hubiese soñado con el corazón, imposible que la causa fuese su cobardía.

Lo que fue un sueño impersonal se transfiguró en la realidad más espantosa de toda su existencia, acaso para otro, acaso para mí.

6 years ago

Nudos

Si pudiera desataría el nudo que nos unió,

escarbaría a través de todas las capas de carne

y detendría este urgente deseo de volver.

Si pudiera volvería a mirar a través del velo,

elegiría mirar en otra triste dirección,

me gustaría ser de nuevo una sombra vacía,

es decir volver a ese punto en donde yo no sabía de ti

y tú querías encontrarme pero yo iba en dirección al mar.

¿No preferirías seguir en esta huída o que otra catástrofe

hubiera salvado esto que ingenuamente llamamos amor?

Quisiera desanudar, olvidar, desprenderme,

arrancarme la piel para que veas quién soy.

6 years ago

8 de noviembre de 2018

13:17 h.

Me duele lo que aún no ha dolido, lo que a ella le duele.

6 years ago

Noviembre de 2018

(…) Alejarse de las palabras solemnes. No las quiere cerca. Su disposición es tan anticipada que se encuentra ridículo y torpe. No las entiende. No quiere entenderlas. No quiere moralejas ni enseñanzas, ni caricias ni besos. Ha odiado a la protagonista, pero no piensa que es una perr4.

6 years ago

Noviembre de 2018

(…) Pero... Es que todos interpretan su función como quieren, incluso yo. Saben de su existencia y le entregan la misma importancia de todos los días. Con el mismo dramatismo del que cuenta la historia y del que la escucha. Sin miedos y sin pausas. Lo último es que siga enamorado, le dije alguna vez, pero de eso ya hace mucho tiempo.

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